Suenan vientos de cambio...

viernes, 11 de febrero de 2011

EL INCUBO* LOCUAZ



                                                                         UNO

Una vez retirada la ropa de cama y presta a sumergirse en los más sutiles sueños, deshízose de su camisón, que, habiendo resbalado por tan insigne cuerpo, cayó al suelo de la estancia quedando indolente y mudo. En esto, Doña Mariana de las mismísimas de torresaltas y otras hierbas, quedose perpleja al descubrir a tan gentil mancebo que al parecer se había colado por la ventana, y ofreciéndole sugerente brazo la invitaba a tomar un vino en su propia alcoba. La de las mismísimas se frotó los ojos, y al volver a abrirlos, encontrose de nuevo con su grato invasor, y digo grato porque el mozo era de ésos que el ‘’sexo de Eva’’ dice que ésta de buen dispensorio. Llegados a este punto, la doña apercibiose que se hallaba en cueros vivos e instintivamente llevó sus manos a tan deseados lugares, pero el mozuelo, que ya se encontraba desprovisto de cualquier vestigio de tela u otro tejido que pudiera tapar su pecaminoso atributo masculino, las apartó delicadamente y le ayudó a tomar asiento en una pequeña mesa donde se hallaban dos copas de vino tinto esperando a los comensales. Después de probar el delicioso caldo, la boca del hombre moviose articulando:



SOY TU AMANTE,

SOY SUMISO,

SOY LIVIANO.

MI NOMBRE ES JACARANDO

Y VENGO PARA LLEVARTE

AL MUNDO DE LA LUJURIA

SI APRIETAS FUERTE MI MANO.





Por entonces, el trago de vino empezaba a causar a Doña Mariana un grato efecto embriagador, perdiendo con él toda manifestación pudorosa o de otra índole...



                                                                            DOS



La de las mismísimas de torresaltas, a estas alturas de su inesperado encuentro, ya tenia dentro grandioso aquelarre de demonios eróticos, por lo que desprovista de regla de cortesía alguna, lanzose ésta sobre el muchacho, como mamífero sobre ubre materna. Tal fue el ímpetu con que lo embistió que ambos rodaron por la estancia sobre la amplia alfombra que vestía el suelo. Aquí el hombre se dejó oír:





TE TRAIGO FUEGO DEL HADES

PALABRAS Y MALDADES.

EL PLACER TE QUEMARÁ

Y CULTURA ADQUIRIRÁS.





Acto seguido, colocó a la dama en sugestiva posición canida, quedando él en ventajosa retaguardia, penetrándola, violenta y a la vez sutilmente, con fuerza.

Aquélla (la noble, digo) acogió a su invitado con febriles muestras del más sonoro agrado, y al tiempo que el hombre se movía con el más vigoroso de los vaivenes nunca visto, acompañaba el movimiento soltando por la boca palabras malsonantes, que no contaremos por ser éste un relato para todos los públicos.

En esto, él se había puesto a hablar, y tras un breve prefacio sobre los pueblos celtas e íberos, recitó de pe a pa la lista de los reyes godos. Más tarde, desde los reyes católicos, pasando por Carlos I, hasta los Borbones, haciendo algún que otro inciso en Felipe V y la guerra de sucesión, pasó a desmenuzarle todos y cada uno de los Papas de Roma, intercalando sucesos históricos de cada época. Entre año y año, a la de las mismísimas la iba cambiando de posición a su antojo; unas veces arriba, otras abajo, ahora por aquí, ahora por allá. Después que le hubo comentado las dos guerras mundiales, le propinó un curso acelerado de filosofía, haciendo hincapié en Marx, Kierkegaard, Nietzsche. Luego pasó de la jarcha a Alberti; desde la pintura del siglo XII a la contemporánea parándose en los cuadros más emblemáticos de cada época. Y así una y otra vez, arte, literatura, historia, matemáticas, ciencia, idiomas, etc etc.

Un compendio del saber, el chaval. Y la doña para arriba, para abajo, para aquí, para allá...

Cuando empezó a pintar el día, llegó fin el final- valga la redundancia- y marchose tan docto amante por donde vino, dejando a Doña Mariana extenuada sobre la alfombra, no sin antes recomendarle algún libro de amena lectura.



Jamás hubo mujer tan culta desde ese día; tanto en conocimientos propiamente dichos como en conocimientos de alcoba.





* Dícese del diablo o demonio que según la opinión vulgar, con apariencia de varón tiene comercio carnal con una mujer.

No hay comentarios:

PRINCIPE DE LOS LADRONES

Bienvenido al mundo de Chiflerio Castro, ladrón y pintor a su disposición.